Garnatix, Albaycín. Verano del 2072.
Habían
transcurrido tres semanas desde el resurgir y la inmediata reconquista del
barrio. Las calles y plazas eran llamadas de nuevo por sus verdaderos nombres y
se transitaba por ellas con absoluta normalidad. Se habían reforzado puertas y
accesos desde el fallido intento por parte del enemigo de penetrar en el
barrio, como lo hiciera siglos atrás el famoso Hernán Pérez del Pulgar: por el
cauce del río. Por fortuna, los vecinos conocían la historia de la ciudad y
consiguieron repeler aquel infantil ataque sin despeinarse. Pero no se podía
bajar la vigilancia ni dar facilidades, la defensa y custodia se realizaban con
enorme celo, los centinelas aumentaban turnos, duplicaban las guardias y se
mostraban siempre atentos, sabían que más pronto que tarde el enemigo volvería
a intentarlo, debían estar alerta.
Victoria
y Valentina son dos tremendas vecinas del Ejército de Resistencia, que esta
mañana de viernes cumplen el refuerzo subidas al adarve de la Puerta de Elvira. De
pronto, el captador de movimientos las advierte de una presencia extraña que
parece acercarse desde el Oeste. Agudizan la vista y allí está. Por las trazas
debe tratarse de un esbirro del señor Minaretes, serio y estirado, como todos,
para disimular su miedo. Enarbola en esta ocasión una bandera blanca, la hondea
en son de paz.
Más
falsos que una moneda de corcho, masculla Victoria. ¿A quién querrá engañar?, murmura
Valentina sin apartarle la vista al intruso.
¡A
de la almena!, vocea el enemigo. ¡B de la buena!, contestan ellas al unísono.
Vengo a parlamentar, traigo una
embajada de mi amo, don Pepito Minaretes, y un mensaje de mi ama, doña Mae
Telesfriend, y no me iré de aquí hasta que los entregue en mano a vuestro jefe, son las órdenes, así
que ir a buscarlo que acabemos pronto, que estoy reciente de una baja y todavía
no he desayunado. Pues hombre...responde Valentina, te diría que fueras a
desayunar y luego regresaras; por ir adelantando trabajos, pero...y chasquea la
lengua. ¿Y si te entretienes más de la cuenta en el bar ojeando el periódico,
se te pasa el rato y termina tu horario?, no volverías hasta mañana, ¿cierto?
Por otra parte, podíamos dar curso a tu petición de manera inmediata e ir a
buscar al jefe, pero a ese respecto, existe un problemilla de difícil solución
que mucho dudo si tu cerebro de siervo estará preparado para asimilar. ¿Y cuál
es?, pregunta el otro un punto mohíno. Que no tenemos jefe, expone Victoria. ¿Qué?
¿Lo ves?, te lo dije, no lo entenderías, se lamenta Valentina. Ahora, si me
haces el favor, escucha bien lo que te voy a decir, porque te ayudaré a
solventar con rapidez y eficacia las duras tareas de esta tediosa jornada, me
lo agradecerás. En primer lugar: esa embajada que dices que traes, la
traspapelas por el camino, me consta que tendrás experiencia en cumplimentar
esa minucia sin esfuerzo alguno. En cuanto al mensaje de tu ama… Le vas a
llevar uno de mi parte; esto además te dará puntos en la Concejalía de
Inmovilización y Acoso al Ciudadano, confía en mí. Es sabido de todo Garnatix,
el grave problema que padece el Consistorial House Palace desde hace años,
sabes a qué me refiero: ese perpetuo atasco en desagües y cloacas que además
mantiene el edificio siempre, digamos perfumado. Dile a doña Mae Telesfriend que
el culpable es el mismísimo Pepito Minaretes, que el hombre caga recio, muy
recio, y allá donde acomoda sus nobilísimas posaderas... Eso sí, sin intención,
que el pobretico es un poco lerdo, pero de todos modos atranca el wáter, no lo
puede evitar...
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