miércoles, 22 de febrero de 2017

The Hawlbaicin 6

                        Garnatix, Albaycín, verano del año 2074.

            Después de una noche entera sin pegar ojo, la mañana se presentó algo más tensa de lo deseado. Los vecinos aún no había tomado una determinación y el enemigo estaba a las puertas, no podían obviar el inminente ataque que se preparaba, sería el cuarto en los últimos meses y era primordial repelerlo. El casino de Zafra, reconvertido desde que se conformara la Resistencia, dos años atrás, en la sede central de la asociación POP, hervía de actividad. Una paloma sobrevoló su bóveda acristalada contemplando a su paso a aquellos humanos que caminaban por dentro de ella como si se debatieran en humanas cuestiones. Y así era, hasta que de repente alguien tomó la responsabilidad y asumió los riesgos. Hubo muchos que de nada lo conocían, otros se planteaban sorprendidos quién era el osado, algunos hasta se atrevieron a preguntarle su nombre. Él dijo que eso no era importante, pero que podían llamarlo Jesús. Entonces, aquellos vecinos más familiarizados con la Cronociberfly 2012, la vieja máquina del tiempo y atracción estrella del antiguo casino, se sintieron obligados a comunicarle de los terribles peligros que aquel viaje entrañaba: la pantalla no visualizaba fechas con exactitud, solo épocas. En cuanto a su regreso...ya sabía de lo improbable del mismo. Algunos se miraron entre sí, otros dejaron caer los hombros apesadumbrados, pero todos quedaron en silencio cuando Jesús aceptó humildemente la misión, sin titubeos. Y todos pudieron admirarse aquella mañana al verlo subir a la Cronociberfly con sus provisiones de pan de Alfacar, su jamón de Trevélez y su morcilla de Güejar, su tartera de bacalao con tomate, unos piononos de Santa Fe y hasta su garrafa de agua de Lanjarón, que la trajo una tal Carmela, y su botella de J&B que le llevó de bulla y corriendo un tal José de Ari...lo que sea. Así que bien pertrechado de viandas para el camino, tomó Jesús las últimas consignas y con un aplomo encomiable, destapó un tuperware de ensaladilla rusa, se despidió tenedor en mano y brindando con un tercio de cerveza Alhambra especial, se perdió en la espesa nube que la maquina despedía para sensación del público, antes de iniciar el viaje en el tiempo. Y en tanto el vecindario quedaba a la espera, expectante y meditabundo, Jesús pensaba mientras comía en cosas como: Esto está que te cagas de bueno; y qué fresquita está esta birra; y... ¿En que época habíamos quedado que nos situábamos, a ver, a ver...? Mientras no caiga en la Guerra Civil...ahí poco podré hacer. Cómo está la ensaladilla, madre mía... ¡Coño, la pantalla, funciona! Eh, ¿eso qué es? No me digas qué...

Solsticio de verano en Florentia Iliberritana, sur de Hispania. 145 A.C.

Después de las últimas revueltas en la civitas íbera, más calmada la situación y levantado el toque de queda, algunos de los pobladores de los arrabales coincidieron en haber oído un extrañísimo sonido en la apacible noche, aunque nadie vio nada y aún menos podrían llegar a identificar aquello, pues nadie se quejó de daño o ataque alguno. Si acaso habrá sido un pedo de elefante, se aventuró a decir uno para las risas de otros. Pero aunque sabían que el enemigo no había entrado en sus dominios, nunca sabrían que aquello fue el atemporizaje de Jesús, silencioso y perfecto, un éxito.
 Pronto descubrió Jesús cual era el considerado enemigo por aquellos íberos, el mismísimo tirano de la pequeña urbe, el gran cagón, como se le conocía: Pex Minaretix el Rústico. Un tarugo puesto a dedo por los romanos, dueños y sojuzgadores de Hispania desde unos años atrás. El tal Minaretix, oriundo de unos terruños cercanos a Acatucci, se había hecho con el poder y sin embargo solía vivir encerrado en su alto castro, temeroso por la constante rebelión de los arrabales. Aquel frente de Resistencia no estaba compuesto por un puñado de idiotas y eso Minaretix lo sabía, por eso no le quedó otra solución, una vez más, que pedir socorro a sus amos los romanos, que tenía enorme empeño en hacerse con una de las más bellas calles de “su” Florentia Iliberritana y el barrio entero lo había mandado a freír espárragos. Que lo corrieron a pedradas hace unos días, a él, a sus esbirros, y a su guardia, que falcata en mano, bajaban todos por las calles del barrio que se las pelaban. Jesús pudo constatar que las cosas no diferían mucho en el lugar, a pesar de la distancia en el tiempo, más de dos milenios. Así que se dispuso a esperar un poco para poner en práctica su plan. Necesitaba tener una entrevista con Minaretix y dadas las circunstancias, no sería tarea fácil con el cagón asustado y sin salir, ni recibir a nadie, excepto, claro estaba, a algún mensajero de Roma, al que esperaba ansioso.     



                 Continuará...

The Hawlbaicin 5

                      Garnatix, Albaycín. Verano del 2072.
           
            Habían transcurrido tres semanas desde el resurgir y la inmediata reconquista del barrio. Las calles y plazas eran llamadas de nuevo por sus verdaderos nombres y se transitaba por ellas con absoluta normalidad. Se habían reforzado puertas y accesos desde el fallido intento por parte del enemigo de penetrar en el barrio, como lo hiciera siglos atrás el famoso Hernán Pérez del Pulgar: por el cauce del río. Por fortuna, los vecinos conocían la historia de la ciudad y consiguieron repeler aquel infantil ataque sin despeinarse. Pero no se podía bajar la vigilancia ni dar facilidades, la defensa y custodia se realizaban con enorme celo, los centinelas aumentaban turnos, duplicaban las guardias y se mostraban siempre atentos, sabían que más pronto que tarde el enemigo volvería a intentarlo, debían estar alerta.
            Victoria y Valentina son dos tremendas vecinas del Ejército de Resistencia, que esta mañana de viernes cumplen el refuerzo subidas al adarve de la Puerta de Elvira. De pronto, el captador de movimientos las advierte de una presencia extraña que parece acercarse desde el Oeste. Agudizan la vista y allí está. Por las trazas debe tratarse de un esbirro del señor Minaretes, serio y estirado, como todos, para disimular su miedo. Enarbola en esta ocasión una bandera blanca, la hondea en son de paz.
            Más falsos que una moneda de corcho, masculla Victoria. ¿A quién querrá engañar?, murmura Valentina sin apartarle la vista al intruso.
            ¡A de la almena!, vocea el enemigo. ¡B de la buena!, contestan ellas al unísono.
Vengo a parlamentar, traigo una embajada de mi amo, don Pepito Minaretes, y un mensaje de mi ama, doña Mae Telesfriend, y no me iré de aquí hasta que los entregue  en mano a vuestro jefe, son las órdenes, así que ir a buscarlo que acabemos pronto, que estoy reciente de una baja y todavía no he desayunado. Pues hombre...responde Valentina, te diría que fueras a desayunar y luego regresaras; por ir adelantando trabajos, pero...y chasquea la lengua. ¿Y si te entretienes más de la cuenta en el bar ojeando el periódico, se te pasa el rato y termina tu horario?, no volverías hasta mañana, ¿cierto? Por otra parte, podíamos dar curso a tu petición de manera inmediata e ir a buscar al jefe, pero a ese respecto, existe un problemilla de difícil solución que mucho dudo si tu cerebro de siervo estará preparado para asimilar. ¿Y cuál es?, pregunta el otro un punto mohíno. Que no tenemos jefe, expone Victoria. ¿Qué? ¿Lo ves?, te lo dije, no lo entenderías, se lamenta Valentina. Ahora, si me haces el favor, escucha bien lo que te voy a decir, porque te ayudaré a solventar con rapidez y eficacia las duras tareas de esta tediosa jornada, me lo agradecerás. En primer lugar: esa embajada que dices que traes, la traspapelas por el camino, me consta que tendrás experiencia en cumplimentar esa minucia sin esfuerzo alguno. En cuanto al mensaje de tu ama… Le vas a llevar uno de mi parte; esto además te dará puntos en la Concejalía de Inmovilización y Acoso al Ciudadano, confía en mí. Es sabido de todo Garnatix, el grave problema que padece el Consistorial House Palace desde hace años, sabes a qué me refiero: ese perpetuo atasco en desagües y cloacas que además mantiene el edificio siempre, digamos perfumado. Dile a doña Mae Telesfriend que el culpable es el mismísimo Pepito Minaretes, que el hombre caga recio, muy recio, y allá donde acomoda sus nobilísimas posaderas... Eso sí, sin intención, que el pobretico es un poco lerdo, pero de todos modos atranca el wáter, no lo puede evitar...      
       
             
             
           

            

The Hawlbaicin 4

            Garnatix, Albayzín, antes Hawlbaicin. Año 2072, antes año cero.

            El ejército vecinal del renacido barrio había tomado posiciones en todos los accesos. Atrincherados en sus barricadas, custodiaban los pasos y puertas con el celo de quien se sacuden una tiranía terrible, reciente, sólo había transcurrido una semana. No tenían miedo, era rabia, y por eso defenderían con su vida la vida del barrio, no la de sus calles y plazas, sino la de sus hijos y mayores, porque ellos eran el barrio.
            En la puerta de Santa Ana, junto a los dos diablinex que yacen inermes, cual parapetos, hace guardia esta mañana de sábado el destacamento de Carvajales, compuesto por cuatro aguerridos vecinos y tres tremendas vecinas. A esta hora temprana es Pepe el que goza del turno de vigía, sentado en su silla de anea con el comunicador en su regazo, se solaza escuchando los mirlos mientras sus compañeros echan un sueñecito. De pronto, atisba lo que parecen dos guiris acercándose tímidamente desde Plaza Nueva. Un perro ladra en lontananza, un jilguero gorjea en el plátano de sombra, una suave brisilla acaricia la cara a Pepe y coge el comunicador mirando a los dos turistas, que también lo contemplan estáticos, sonrientes.
            ¿Paco, me recibes? Aquí el vecino Paco en puesto de mando, te recibo pepe. Que hay aquí dos...yo creo que son ingleses...que me parece que quieren entrar a la Carrera del Darro. ¿Y qué problema hay? Eso digo yo, pero es que están ahí parados, mirándome todo el rato, como si imploraran algo, no sé, la verdad es que no se me da bien el inglés. Tú diles que...everybody, is free, adelante, como todo el mundo. ¿Pero no serán el enemigo, no? A ver, Pepe, seguramente serán gente de piel clara, cuasi nívea, ¿verdad?, más bien altos y rubios, o de pelo cano, ¿a que si? Mismamente parece que los estuvieras viendo, Paco. Ahora escúchame un momento, Pepe: El enemigo nunca llega caminando, siempre viene a bordo de su limusina gravitatoria. El enemigo nunca anda solo, se hacen rodear de un numeroso séquito de esbirros, pelotas, ineptos, lameculos y necios ensoberbecidos. El enemigo tiene miedo, por eso se hace acompañar de guardaespaldas personales, y guardia pretoriana, todos fácilmente reconocibles. De entre toda esa ralea, si los vieras, guárdate más de los pequeños y cabezones, o cabezonas, y sobre todo, no dudes en llamar al arma, son altamente peligrosos nuestros mortales enemigos, que diría Cervantes. Y ahora, Pepe, invita amablemente a los guiris a pasar a la Carrera, cambia la guardia y tómate un café, y unos churros, te lo has ganado. Mejor me tomo un lingotazo y me acuesto un rato. Tómate lo que quieras. Nos vemos a la hora de comer. Nos vemos.
           
                
  

           

             

The Hawlbaicin 3

                                    ¿The Hawlbaicín, Garnatix? Nooo....

            ...Vecinos, sí, eran ellos de nuevo. Ya sea que hubieran vuelto o que siempre estuvieron ahí, comenzaron a sacudirse el polvo de los escombros, a mirarse entre sí y a preguntarse, qué había pasado. ¿Habían viajado en el tiempo, cual era la realidad, vivían en el futuro? Pero no había tiempo que perder en preguntas que nada resolverían, solo quedaba actuar, pasar a la acción, era inevitable defenderse de los enemigos del barrio. Aquellos que lo hallaron tan bonico, que la envidia y la necedad los condujo al deseo de poseerlo, de transformarlo y destruirlo...Y no, no lo permitirían. Por eso se organizaron y pasaron a ser un movimiento, un ejército de defensa que impidiera la toma del barrio, la conquista cruel de aquellos estúpidos invasores que solo buscaban sojuzgar y someter al pueblo. Y así, se conjuraron en silencio para hacer de cada casa un bastión inexpugnable.
            Hombres y mujeres, ancianos, niños, chicas, abuelos, jóvenes y mayores, bajaron con determinación a la Carrera del Darro, su río. El barrio había resurgido y morirían por él antes de dejarse avasallar por los tiranos. Y para ello, empezaron por atrincherarse en las entradas de las calles. Empujaron los varados Diablinex y formaron con ellos la primera de las barricadas, en Plaza Nueva. Doña Mae Telesfriend, única ocupa enemiga, abandonó el Casino de Zafra entre las feroces carcajadas de los habitantes, que la hicieron portadora de un mensaje que llevar a su gran jefe, Pepito Minaretes, y a sus hordas. Resistirían hasta la extenuación, hasta la muerte, no habría tregua. No más carromatos insolentes, ni ascensores, ni funiculares, ni obras aberrantes, y dejando marchar al heraldo, continuaron con su cometido.
            Algunos subieron a las partes altas para bloquear los accesos, cosa que hicieron con los coches de los guiris que hallaron mal aparcados en las pequeñas aceras. Después establecieron destacamentos vecinales, puestos de vigía, aseguraron puertas, atalayas, puentes, calles, y cuando todo estuvo al fin bajo su control, observaron que estaba amaneciendo y sin pensarlo siquiera, se sentaron a contemplar el nuevo día, en silencio. Se sentían fatigados por el esfuerzo, pero felices, sonrientes. Y con una sonrisa despidieron a la última estrella y saludaron al alba, Albaycín... No todo estaba perdido, no todo... 


The Hawlbaicin 2

                Hawlbaicin ¿Garnatix, año cero? Eso ya lo veremos.

            ...Y la señal que estaba siendo emitida para toda la Humanidad se esfumó de repente. La voz de Rodericus Himeneo Das Antas dejó de escucharse, las holográficas imágenes que se proyectaban en todos los hogares del Universo se extinguieron sin más. Y así, el esperado desenlace del gran premio de velocidad dejó de existir para todo el mundo, excepto para las miles de criaturas llegadas de todos los rincones del espacio, que se hacinaban expectantes en la inmensa grada del circuito urbano del complejo complejísimo, The Hawlbaicin Town Resort Entertainment. Pero poco o nada podía ver esa multitud congregada, porque un inesperado apagón dejó la metrópolis a oscuras por completo. Los veloces Diablinex dejaron de gravitar, los pilotos se preguntaban qué podía haber ocurrido, en tanto, no advertían que el estudio flotante de la MTGVSPQR, la única tele posible, perdía altura y se posaba inane sobre el New Square Center. El señor Pepito Minaretes y todo su séquito, quedaron cegados, imposibilitados de ver que doña Mae Telesfriend, tampoco podía ver el dichoso botoncito que todo lo pondría en marcha, porque dicho botón, como todo lo demás, había perdido la fuente de energía que le insuflaba poder. Desde la Concejalía de Ingeniosos Ingenieros se dio orden de intervención y estudio sobre el molesto problemilla que tan inoportunamente se había presentado, así pues, se envió al más prestigioso equipo de ingeniosos ingenieros, para que estudiaran y dictaminaran las causas, y sobre todo, encontraran un culpable y responsable de tan inadmisible cagada. Iba a ser el comienzo de todo, de una nueva era, pero habría de retrasarse inesperadamente, la energía, el poder, se habían desvanecido de pronto y todos se preguntaban angustiados, qué había podido suceder, por qué estaban sumidos en tan tenebroso trance. Hasta que por fin, la luna emergió tras los montes de Valparaíso y sus tenues rayos iluminaron el cauce desecado y embovedado del río Darro. Se pudo observar entonces que sus aguas, desviadas hacia el canal excavado a través del derruido barrio del Albayzin, habían elevado su nivel, el acueducto estaba obstruido y la presión amenazaba con reventar el dique. Los ingeniosos ingenieros penetraron entonces por el inmenso túnel para comprobar y determinar, quién o qué, taponaba aquella su magna obra impidiendo la circulación del agua. De pronto la tierra tembló, la cúpula del casino de Zafra se sacudió con sus importantísimos ocupantes, doña Mae Telesfriend chilló sin que el señor Minaretes ni su cohorte de vasallos y esbirros pudieran advertirlo, que todos corrían ya escaleras abajo dejándola sola allá arriba. Un nuevo movimiento del suelo, un nuevo estruendo, qué coño estaba ocurriendo. Los técnicos de la Concejalía, ayudados de unas obsoletas linternas, quedaron parados en medio se su magna magnífica canalización, alumbrando asombrados el motivo de aquel inesperado atranque. Lo que se ofrecía ante sus ojos los dejó paralizados. ¿Era una semilla, un germen? No dejaba de crecer, se expandía sin remedio obligándolos a recular pavorosamente. La luna se elevaba, ahora se podía ver a la gente correr de un lado para otro. La muchedumbre empezó a gritar enloquecida cuando las aguas del río rompieron la presa que las desviaba, comenzando a fluir en tromba  por su cauce natural. La tierra no cesaba de temblar, cada vez con más estrépito. Los miles de visitantes abandonaban muertos de miedo el complejo complejísimo, la antigua Carrera del Darro se hallaba de repente desolada, y tras ella y sus lugares de ocio y negocio, de entre las ruinas del barrio del Albaycín, algo comenzó a brotar sin esperarlo. Allá asomaba de repente un tejado, acá los muros de un patio, acullá eran unos cipreses. Ahora era un mirador el que emergía, un balconcillo luego, unas ventanas, un cierre de reja carcelera, más y más tejados, y un limonero, y una glicinia derramada sobre una fachada encalada. Y voces, risas, gentes, vecinos...           


            

The Hawlbaicin 1

            Hawlbaycin, Garnatix. Año cero de la New Age.
           
            Atrás queda la primavera del 2072, lo que ya será el tiempo pasado, olvidado para siempre. La ciudad está lista para realizar el evento del siglo: la última carrera del Campeonato Universal de Velocidad, la que otorgará el triunfo final a tan solo uno de los dos pilotos que optan al título. Para el reto se ha escogido el novísimo circuito urbano de la metrópolis: Garnatix, antes Granada. Un sinuoso y costosísimo trazado  construido especialmente para la ocasión. Presenta para toda la humanidad, desde el estudio flotante que levita sobre el New Square Center, antigua Plaza Nueva, el más famoso locutor de todos los tiempos pasados y los venideros, la voz del Cosmos para todos ustedes, por gentileza de la MTGVSPQR, la única tele posible, la de: Rodericus Himeneo das Antas.
¡Muy buenas noches desde este privilegiado y elevado lugar en el que me hallo  ahora mismo, desde el que podemos divisar todo el complejo, The Hawlbacin Town Resort Entertainment, por el que discurrirá buena parte de la carrera! ¡La iluminación es perfecta, para una noche perfecta! ¡La participación es espectacular, miles de criaturas llegadas de todos los rincones del espacio se han dado cita para presenciar en directo el duelo del siglo! ¡La infraestructura hiperchachimegaguay, creada en exclusiva para este evento es fascinante, amigos! ¡Los pilotos esperan la señal de salida: el fogonazo verde, a bordo se sus relucientes monturas, los rapidísimos Diablinex, los misiles gravitatorios MGP3000XXXL! ¡Quince Vehículos quince, para quince pilotos quince, pero solo dos tienen opciones de alzar el trofeo al final, porque solo puede quedar uno! ¡Compañeros de escudería, amigos y rivales, Frenando a Alfonso y Quique Novenzo, se jugarán esta noche el todo por el todo en este nuevo, mágico, y peligroso circuito de: The Dauro´s River Nostá! A tal efecto, no obstante, las autoridades locales invirtieron lo obtenido de hipotecar la Metrópolis en unas obras magnas para desviar el cauce del río, que ahora corre enterrado por las ruinas del antiguo barrio del Albayzín. Así los veloces Diablinex podrán correr por donde antes pasaban las aguas del Darro, por el canal que se practicó a través del desprendimiento de La Sabika y La Alhambra, que años atrás, con otra obra, también magna, taponó por accidente su curso, haciendo presa en él y arruinando, nunca mejor dicho, este entorno otrora paisajístico, emblemático, monumental y tal y tal, y todo eso que se decía entonces. Preside desde el palco el edil de la metrópolis, el nobilísimo prohombre: Pepito Minaretes, rodeado por su guardia pretoriana y acompañado de su séquito, entre el que se destaca la presencia, esta noche radiante, de Doña Mae Telesfriend, que tendrá el honor de pulsar el botoncito que ponga en marcha la cuenta atrás para el comienzo, tanto de esta trepidante carrera, como el principio de todo, de una nueva era... ¡Y allá la vemos ponerse en pie al fin, en la acristalada cúpula del Casino de Zafra, caminando entre aplausos y vítores dirigidos desde todos los lugares! El clamor popular es apabullante, ensordecedor. Se dan las últimas consignas en la parrilla de salida, los dos pilotos de la escudería Racing Team Towers, patrocinada por el señor Minaretes, ocupan la pole mientras se dedican miradas desafiantes. Todo está dispuesto, será una sola vuelta a este circuito nocturno, gravitando sobre el lecho del río, los Diablinex habrán de vencer la pista alcanzando el Hotel Valley Iesus, al que habrán de rodear para regresar de nuevo al New Square Center, saliendo de la boca del canal por el que... ¡Atención, todos preparados, Doña mae Telesfriend ya se encuentra frente al botoncito! Lo acaricia. Sonríe. Mira a ambos lados, y...
  


The Hawlbaicin, el origen

     Hawlbaycin, Garnatix. Año 2072.

En una fría mañana del mes de febrero, un grupo de estudiantes australianos es perseguido por otro de chinos, en una visita ilustrativa de lo que un tiempo atrás fuera el barrio del Albayzín, hoy en día transformado en ese lugar de ocio que la humanidad requiere y precisa. Los últimos clientes salen del Casino de Zafra, un antiguo convento, bastante beodos de güisqui, uno de ellos se dispone a orinar contra el primer derribo que encuentra, que está justo al lado. Los chicos australianos que lo ven mear se sonríen, las chicas, de no más de dieciséis años, corren escandalizadas. Pero como las chinas, más alejadas ellas, retroceden en un acto reflejo, son atropelladas por la silenciosa e inteligente lanzadera que venía por detrás, que la máquina no ha advertido la repentina mudanza. El meón se la sacude presto al observar el trágico accidente, se siente culpable, por eso se cuela con sus amigotes por la primera callejuela que pillan, que como todo el mundo sabe, por cualquiera de ellas te pierdes en las ruinas. Los estudiantes chinos gritan para pedir ayuda, pero en la Carrera del Darro todos los hoteles están herméticamente insonorizados a causa de las habituales noches de jolgorio. Tampoco viajaba ningún residente en el vehículo lanzadera, ya no existen, así que nadie puede echar una mano a estos accidentados muchachos. Los australianos corren entonces hacia delante por ver si encuentran alguien que los ayude, pero todo está desierto a esa hora temprana, incluso en el Paseo de los Guiris o Paseo de los Tontos, antigua y popularmente conocido como Paseo de los Tristes. Y como perciben que de pronto los gritos de los estudiantes chinos ya casi no se escuchan, continúan su ruta sin querer y se suben ordenadamente a la escalera mecánica que los ascienden por la antigua Cuesta del Chapiz, tienen entradas para ver las ruinas de un viejo y hermoso colegio, visita obligada para todo estudio moderno y pedagógico sobre cómo iban al cole nuestros padres y abuelos. Entre tanto, tres chiquillas chinas son llevadas en brazos por sus compañeros, que desesperados, buscan un hospital. Otras siete de ellas parece que pueden hacerlo por su propio pie, menos mal. El cochecito de seis plazas queda varado sobre el piso, volcado junto al viejo acceso al ascensor, cuya obra provocó el derrumbe de la Sabika y media Alhambra. El piloto automático se ha bloqueado con el golpe, sus altavoces repiten sin cesar: help me, help me… En esto, unos pies negros que bajaban entre los escombros del Bañuelo con sus perros y sus flautas, se quedan parados al ver el chisme solicitando ayuda en inglés. ¿Tú sabes lo que dice el bicho?, pregunta uno. Pide ayuda, creo. ¿Y qué se hace en estos casos? ¡Joder, tío, te estás pasando con tantas preguntas! Fin de la conversación, siguen su camino al son de los ladridos de sus animales. Entonces un turista se asoma al balcón de su hotel y toda la juerga y el jaleo que sus amigos están formando en la habitación inunda de ruidos la calle entera, hasta en Plaza Nueva lo oye la máquina de la limpieza, que no está programada para interpretar este sonido, por lo que prosigue imperturbable con su tarea. El huésped del hotel, que viene a Granada a su propia despedida de casado, arroja la colilla del cigarro que fumaba contra la lanzadera que halla averiada y parlante debajo del balcón para intentar que cambie de discurso, y lo consigue, que de repente lo alterna con un: No smoking, no smoking…