Garnatix,
Albayzín, antes Hawlbaicin. Año 2072, antes año cero.
El
ejército vecinal del renacido barrio había tomado posiciones en todos los
accesos. Atrincherados en sus barricadas, custodiaban los pasos y puertas con
el celo de quien se sacuden una tiranía terrible, reciente, sólo había
transcurrido una semana. No tenían miedo, era rabia, y por eso defenderían con
su vida la vida del barrio, no la de sus calles y plazas, sino la de sus hijos
y mayores, porque ellos eran el barrio.
En
la puerta de Santa Ana, junto a los dos diablinex que yacen inermes, cual
parapetos, hace guardia esta mañana de sábado el destacamento de Carvajales,
compuesto por cuatro aguerridos vecinos y tres tremendas vecinas. A esta hora
temprana es Pepe el que goza del turno de vigía, sentado en su silla de anea
con el comunicador en su regazo, se solaza escuchando los mirlos mientras sus
compañeros echan un sueñecito. De pronto, atisba lo que parecen dos guiris
acercándose tímidamente desde Plaza Nueva. Un perro ladra en lontananza, un
jilguero gorjea en el plátano de sombra, una suave brisilla acaricia la cara a
Pepe y coge el comunicador mirando a los dos turistas, que también lo
contemplan estáticos, sonrientes.
¿Paco,
me recibes? Aquí el vecino Paco en puesto de mando, te recibo pepe. Que hay
aquí dos...yo creo que son ingleses...que me parece que quieren entrar a la Carrera del Darro. ¿Y qué
problema hay? Eso digo yo, pero es que están ahí parados, mirándome todo el
rato, como si imploraran algo, no sé, la verdad es que no se me da bien el
inglés. Tú diles que...everybody, is free, adelante, como todo el mundo. ¿Pero
no serán el enemigo, no? A ver, Pepe, seguramente serán gente de piel clara,
cuasi nívea, ¿verdad?, más bien altos y rubios, o de pelo cano, ¿a que si? Mismamente
parece que los estuvieras viendo, Paco. Ahora escúchame un momento, Pepe: El
enemigo nunca llega caminando, siempre viene a bordo de su limusina
gravitatoria. El enemigo nunca anda solo, se hacen rodear de un numeroso
séquito de esbirros, pelotas, ineptos, lameculos y necios ensoberbecidos. El
enemigo tiene miedo, por eso se hace acompañar de guardaespaldas personales, y
guardia pretoriana, todos fácilmente reconocibles. De entre toda esa ralea, si
los vieras, guárdate más de los pequeños y cabezones, o cabezonas, y sobre
todo, no dudes en llamar al arma, son altamente peligrosos nuestros mortales
enemigos, que diría Cervantes. Y ahora, Pepe, invita amablemente a los guiris a
pasar a la Carrera ,
cambia la guardia y tómate un café, y unos churros, te lo has ganado. Mejor me
tomo un lingotazo y me acuesto un rato. Tómate lo que quieras. Nos vemos a la
hora de comer. Nos vemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario